LAS TRES
MONTAÑAS
LAS TRES MONTAÑAS
sábado, 1 de marzo de 2014
CUATRO PALABRAS AL LECTOR
CUATRO PALABRAS AL LECTOR
Sin querer en modo alguno herir delicadas susceptibilidades, debemos
enfatizar la idea básica de que en el ambiente cultural‑espiritual de la
humanidad contemporánea, coexisten variadas instituciones venerables, que muy
sinceramente creen conocer el camino secreto y que sin embargo no le conocen.
Permítaseme la libertad de decir con gran solemnidad que no queremos
hacer crítica destructiva; ENFATIZAMOS, y es ostensible que eso no es delito.
Obviamente, y por un simple respeto muy profundo hacia nuestros
semejantes, jamás nos pronunciaríamos contra ninguna mística institución.
A ningún elemento humano podría criticársele por el hecho de
desconocer algo que nunca se le ha enseñado. El camino secreto jamás ha sido
develado públicamente.
En términos rigurosamente socráticos, diríamos que muchos eruditos que
pretenden conocer a fondo la Senda del Filo de la Navaja, no sólo ignoran, sino
además ignoran que ignoran.
No queriendo indicar o señalar organizaciones espirituales de ningún
tipo y sin el ánimo de zaherir a nadie, diremos simplemente que el ignorante
ilustrado no solamente no sabe, sino además no sabe que no sabe.
En todos los libros sagrados de la antigüedad se hace alusión al
camino secreto, se le cita, se le nombra en muchos versículos, más la gente no
le conoce.
Develar, indicar, enseñar la senda esotérica que conduce a la
liberación final, es ciertamente el propósito de esta obra que tenéis en
vuestras manos, querido lector. Este es un libro más del Quinto Evangelio.
Goethe, el gran iniciado alemán, dijo: "Toda teoría es gris y
sólo es verde el árbol de dorados frutos, que es la vida".
Vivencias trascendentales es ciertamente lo que entregamos en este
nuevo libro: lo que nos consta, lo que hemos experimentado directamente.
Es inaplazable trazar los mapas del camino, indicar con precisión cada
paso, señalar los peligros, etc., etc., etc.
Hace algún tiempo los guardianes del Santo Sepulcro me dijeron:
"Sabemos que te vais, más antes de que te marchéis, debéis dejarle a la
humanidad los mapas del camino y vuestras palabras".
Yo respondí diciendo: "eso será lo que haré". Desde entonces
me comprometí solemnemente a escribir este libro.
CAPÍTULO I MI INFANCIA
CAPÍTULO I
MI INFANCIA
No está demás aseverar solemnemente que
nací con enormes inquietudes espirituales; negarlo sería un absurdo...
Aunque a muchos les parezca algo insólito
e increíble, el hecho concreto de que haya alguien en el mundo que pueda
recordar en forma íntegra la totalidad de su existencia, incluyendo hasta su
propio suceso del nacimiento, quiero aseverar que yo soy uno de esos.
Después de todos los consabidos procesos
natales, muy limpio y hermosamente vestido, deliciosamente fui colocado en el
lecho materno junto a mi madre...
Cierto gigante muy amable, acercándose a
aquel sagrado lecho, sonriendo dulcemente me contemplaba, era mi padre.
Huelga decir claramente y sin ambages,
que en el amanecer de cualquier existencia andamos originalmente en cuatro
patas, luego en dos y por último en tres. Obviamente la postrera es el bastón
de los ancianos.
Mi caso en modo alguno podía ser una
excepción a la regla general. Cuando tuve once meses quise caminar y es
evidente que lo logré, sosteniéndome firmemente sobre mis dos pies.
Todavía recuerdo plenamente aquel
instante maravilloso en que, entrelazando mis manos sobre la cabeza, hiciera
solemnemente el signo masónico de socorro: "ELAI B" NE AL'
MANAH".
Y como quiera que todavía no he perdido
la capacidad de asombro, debo decir que lo que sucedió entonces me pareció
maravilloso. Caminar por vez primera con el cuerpo que a uno le ha dado la
Madre Natura, es fuera de toda duda un prodigio extraordinario.
Muy serenamente me dirigí hasta el viejo
ventanal desde el cual podía verse claramente el abigarrado conjunto de
personas que aquí, allá, o acullá, aparecían o desaparecían en la calleja
pintoresca de mi pueblo.
Agarrarme a los barrotes de tan vetusta
ventana, fue para mi la primera
aventura; afortunadamente mi padre ‑hombre muy prudente ‑ conjurando con mucha
anticipación cualquier peligro, había colocado una malla de alambre en la
balaustrada, a fin de que yo no fuese a caer en la calle.
¡Ventana muy antigua de un alto piso!
¡Cuánto la recuerdo! Vieja casona centenaria donde diera mis primeros pasos...
Ciertamente en esa deliciosa edad, amaba
los encantadores juguetes con que los niños se divierten, más esto en modo
alguno interfería mis prácticas de meditación.
Por esos primeros años de la vida en que
uno aprende a caminar, acostumbraba sentarme al estilo oriental para meditar...
Entonces estudiaba en forma retrospectiva
mis pasadas reencarnaciones y es ostensible que me visitaban muchas gentes de
los antiguos tiempos.
Cuando concluía el éxtasis inefable y
retornaba al estado normal común y corriente, contemplaba con dolor los muros
vetustos de aquella centenaria casa paternal, donde yo parecía, a pesar de mi
edad, un extraño cenobita...
¡Cuán pequeño me sentía ante esos toscos
murallones! lloraba... ¡Sí! como lloran los niños...
Me lamentaba diciendo: ¡Otra vez en un
nuevo cuerpo físico! ¡Cuán dolorosa es la vida! ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!...
En esos precisos instantes acudían
siempre mi buena madre con el propósito de auxiliarme, a tiempo que exclamaba:
"El niño tiene hambre, tiene sed," etc., etc., etc.
Jamás he podido olvidar aquellos
instantes en que alegre corría por los solariegos corredores de mi casa...
Entonces me acaecían insólitos casos de
Metafísica trascendente: Me llamaba mi padre desde el umbral de su recámara; yo
le veía en ropas de dormir y cuando intentaba acercarme a él, se esfumaba
perdiéndose en la dimensión desconocida...
Empero, confieso sinceramente que este
tipo de fenómenos psíquicos me eran muy familiares. Entraba sencillamente en su
alcoba y al verificar en forma directa que su cuerpo físico yacía dormido entre
el perfumado lecho de caoba, me decía a mi mismo lo siguiente: ¡Ah! lo que
sucede es que el alma de mi padre está afuera porque su cuerpo carnal en estos
momentos está durmiendo.
Por aquellos tiempos comenzaba el cine
mudo y muchas gentes se reunían en la plaza pública durante la noche, para
distraerse observando películas al aire libre en la rudimentaria pantalla: una
sábana bien templada, clavada en dos palos debidamente distanciados...
Yo tenía en casa un cine muy diferente:
me encerraba en una recámara obscura y fijaba la mirada en la barda o pared. A
los pocos instantes de espontánea y pura concentración, se iluminaba
espléndidamente el muro cual si fuese una pantalla multidimensional,
desapareciendo definitivamente las bardas; surgían luego de entre el infinito
espacio, paisajes vivientes de la gran naturaleza, gnomos juguetones, silfos
aéreos, salamandras del fuego, ondinas de las aguas, nereidas del inmenso mar,
criaturas dichosas que conmigo jugueteaban, seres infinitamente felices.
Mi cine no era mudo, ni en él se
necesitaba a Rodolfo Valentino, o a la famosa Gatita Blanca de los Tiempos
idos.
Mi cine era también sonoro y todas las
criaturas que en mi pantalla especial aparecían, cantaban o parlaban en el orto
purísimo de la divina lengua primigenia, que como un río de oro corre bajo la
selva espesa del sol.
Más tarde, al multiplicarse la familia,
invitaba a mis inocentes hermanitos y ellos compartían conmigo esta dicha
incomparable mirando serenamente las figuras astrales en la extraordinaria
barda de mi oscura recámara...
Fui siempre un adorador del Sol y tanto
al amanecer como al anochecer subía sobre la techumbre de mi morada (porque
entonces no se usaban las azoteas) y sentado al estilo oriental como un yoguín
infantil, sobre las tejas de barro cocido, contemplaba al astro rey en estado
de éxtasis, sumiéndome así en profunda meditación: buenos sustos se llevaba mi
noble madre viéndome caminar sobre la morada...
Siempre que mi anciano padre abría la
vieja puerta del guardarropa, sentía como si me fuese a entregar aquella
singular chaqueta o casaca de color púrpura en la que lucían dorados botones...
Vieja prenda del vestir caballeresco que
usara con elegancia en aquella mi antigua reencarnación en que me llamara
Simeón Bleler; a veces se me ocurría que entre ese armario viejo pudieran
también estar guardados espadas y floretes de los antiguos tiempos.
No se si mi padre me comprendiera;
pensaba tal vez que pudiera entregarme objetos de esa antepasada existencia; el
anciano me miraba y en vez de tales prendas me entregaba una carreta para que
con ella jugara; juguete de dichas inocentes en mi infancia...
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CAPÍTULO II RELIGIÓN
CAPÍTULO II
RELIGIÓN
Enseñado en buenos modales, confieso francamente y sin ambages, que
fui educado de acuerdo con la religión oficial de mi pueblo.
Travesear con alguien, por el desván, en plena liturgia, siempre me
pareció abominable...
Desde niño tuve el sentido de veneración y respeto. No quise jamás
encogerme de hombros en pleno culto; nunca me agradó escabullirme de entre mis
sagrados deberes, ni reírme, ni burlarme de las cosas santas.
Sin querer ahora enredarme entre espinas y zarzales, debo tan sólo
decir que en tal secta mística ‑no importa cual sea su nombre ‑ encontré
principios religiosos comunes en todas las religiones confesionales del mundo.
Citarlos ahora, es conveniente para bien de la Gran Causa.
CIELOS. Los hallamos en toda religión confesional aunque con diversos
nombres; empero, estos son siempre nueve, como dijera con tanto acierto el
Dante Florentino, en su clásico poema de la Divina Comedia.
1.)Cielo de la LUNA (Mundo Astral).
2.)Cielo de MERCURIO (Mundo Mental).
3.)Cielo de VENUS (Mundo Causal).
4.)Cielo de SOL (Mundo BUDDHICO o INTUICIONAL).
5.)Cielo de MARTE (MUNDO ATMICO. Región de ATMAN).
6.)Cielo de JÚPITER (EL NIRVANA).
7.)Cielo de SATURNO (Mundo PARANIRVÁNICO).
8.)Cielo de URANO (Mundo MAHAPARANIRVÁNICO).
9.)Cielo de NEPTUNO (EL EMPÍREO).
Resulta palmario manifiesto que
estos nueve cielos en hora buena citados, están también dentro de nosotros
mismos, aquí y ahora, y se penetran y compenetran mutuamente sin confundirse.
Obviamente estos nueve cielos se hallan ubicados en nueve dimensiones
superiores; ostensiblemente se trata de nueve universos paralelos.
INFIERNOS. No está demás en este esotérico Mensaje de Navidad 1972‑1973,
recordar con cierto énfasis muy singular a los diversos infiernos religiosos..
Evoquemos con solemnidad, hagamos memoria, de los múltiples infiernos
prehistóricos e históricos.
Remembranza, reminiscencias, existe por doquiera sobre infiernos
Chinos, Mahometanos, Budistas, Cristianos, etc., etc., etc...
Resulta incuestionable que todos esos variados infiernos sirven de
símbolo para el mundo mineral sumergido...
Claramente, el Dante, discípulo maravilloso de Virgilio el Poeta de
Mantua, descubre con asombro místico la íntima relación existente entre los
nueve círculos Dantescos y los nueve cielos...
"EL BARDO THODOL", LIBRO TIBETANO DE LOS ESPÍRITUS DEL OTRO
MUNDO, resalta magnífico ante nuestros ojos haciéndonos ver la cruda realidad
de los "MUNDOS‑INFIERNOS", dentro del interior del organismo
planetario en que vivimos.
Es indubitable que los Nueve Círculos Dantescos dentro del interior de
la Tierra, se corresponden científicamente con las nueve INFRADIMENSIONES
sumergidas bajo la región tridimensional de EUCLIDES.
Resulta palmario y claro, la existencia cósmica de los MUNDOS‑INFIERNOS,
en cualquier mundo del espacio infinito.
Obviamente el reino mineral sumergido, no es ciertamente una excepción
del planeta Tierra.
ANGEOLOGÍA
Todo el Cosmos es dirigido, vigilado y animado por series casi
interminables de Jerarquías de Seres conscientes, teniendo cada uno de ellos
una misión que cumplir, y quienes (ya se les llame por un nombre o por otro,
Dhyan‑Chohans, Ángeles o Devas, etc.) son Mensajeros tan sólo en el sentido de
ser agentes de las Leyes Kármicas y Cósmicas. Varían hasta el infinito en sus
grados respectivos de conciencia y de inteligencia y todos ellos son hombres
perfectos en el sentido más completo de la palabra.
Múltiples servicios angélicos caracterizan el Amor Divinal. Cada
Elohim trabaja en su especialidad. Nosotros podemos y debemos apelar a la protección
Angélica.
D I O S
Todas las religiones son perlas preciosas engarzadas en el hilo de oro
de la Divinidad.
Es ostensible el amor que todas las místicas instituciones del mundo
sienten por lo Divinal: Alá, Brahama, Tao, Zen, I.A.O., INRI, Dios, etc., etc.,
etc.
El Esoterismo Religioso no enseña ateísmo de ningún tipo, excepto en
el sentido que encierra la palabra sánscrita NASTIKA: no admisión de ídolos,
incluyendo a ese Dios antropomorfo de la gente ignorante (cosa absurda sería
creer en un dictador celeste que sentado allá arriba en un trono de tiranía,
lanzara rayos y centellas contra este triste hormiguero humano).
El Esoterismo admite un LOGOS o un "CREADOR" colectivo del
universo, un DEMIURGO arquitecto.
Es incuestionable que tal DEMIURGO no es una Deidad personal como
muchos equivocadamente suponen, sino sólo la colectividad de los DHYAN CHOHANS,
Ángeles, Arcángeles y demás fuerzas. DIOS ES DIOSES.
Escrito está con caracteres de fuego en el libro resplandeciente de la
vida, que Dios es el Ejército de la Voz, la Gran Palabra, El Verbo.
"En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el
Verbo era Dios".
"Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha
sido hecho, fue hecho".
Es algo palmario y manifiesto, que cualquier hombre auténtico que
logre realmente la perfección, ingresa por tal motivo en la corriente del
sonido, en las milicias celestes constituidas por los buddhas de compasión,
Ángeles, Espíritus Planetarios, Elohím, Rishi‑Prajapatis, etc., etc., etc.
Se nos ha dicho con gran énfasis que el LOGOS suena y eso es obvio. EL
DEMIURGO, El Verbo, es unidad múltiple perfecta.
Quien adora a los Dioses, quien les rinde culto, puede capturar mejor
la honda significación de las diversas facetas divinales del DEMIURGO arquitecto.
Cuando la humanidad se burló de los Dioses Santos, cayó herida de
muerte en el grosero materialismo de esta edad de hierro.
LUCIFER
Podemos y hasta debemos eliminar radicalmente a todos los agregados
psíquicos subjetivos, tenebrosos y perversos que llevamos dentro; empero, es
incuestionable que jamás podríamos disolver en nosotros mismos, a la sombra del
Logos íntimo.
Resulta a todas luces claro y evidente que LUCIFER es la antítesis del
Demiurgo Creador, su sombra viviente proyectada en el fondo profundo del MICRO‑COSMOS‑HOMBRE.
LUCIFER es el Guardián de la Puerta y de las llaves del Santuario,
para que no penetren en él sino los ungidos que poseen el secreto de Hermes.
Y ya que hemos escrito este tan aborrecible nombre para los oídos
piadosos del vulgo, necesario sería consignar también que el LUCIFER esotérico
de la Doctrina Arcaica es todo lo contrario de lo que los Teólogos, cual el
famoso DEMOUSS‑EAUX y el Marqués de MIRVILLE suponen equivocadamente, pues es
la alegoría del bien, el símbolo del más alto sacrificio (CHRISTOS‑LUCIFER) de
los Gnósticos y el Dios de la sabiduría bajo infinitos nombres.
Luz y sombra, misteriosa simbiosis del Logos Solar, unidad múltiple
perfecta, INRI es LUCIFER.
DEMONIOS
Las diversas teogonías religiosas nos pintan como castigados a esos
"LOGOI DIVINOS" que, reencarnados en humanos cuerpos, cometieran el
error imperdonable de caer en la generación animal.
Esos genios tenebrosos son Ángeles caídos, demonios auténticos en el
sentido más completo de la palabra.
Resulta absurdo aseverar que tales rebeldes hubiesen dado la mente al
hombre; es obvio que esos ángeles caídos son verdaderos fracasos cósmicos.
Es muy oportuno en estos instantes recordar los nombres inhumanos de
ANDRAMELEK, BELIAL, MOLOCH, BAEL, etc., cuyas horrendas abominaciones pueden
ser estudiadas por cualquier adepto de la Logia Blanca, en los registros
AKASICOS de la Naturaleza.
Distíngase entre lo que es una caída esotérica y lo que es una bajada.
Evidentemente esos ÁNGELES REBELDES no bajaron, cayeron y eso es
diferente.
E L LI M B O
Versados en la Historia Universal, bien sabemos en forma íntegra lo
que es realmente el ORCO de los clásicos Griegos y latinos; el LIMBO de los
esoteristas cristianos.
No está demás en este tratado, enfatizar la idea trascendental de que
el LIMBO es ciertamente la antesala de los MUNDOS‑INFIERNOS...
Todas las cuevas conocidas y por conocer forman una basta e
ininterrumpida red que abarca por entero al planeta Tierra, constituyendo el
ORCUS de los clásicos ‑como ya dijimos en renglones arriba ‑ el LIMBO auténtico
del esoterismo Gnóstico... el otro Mundo, en fin, donde vivimos después de
muertos.
Corresponde al LIMBO aquella mística y terrible alegoría que dice:
"Allí viven aquellos niños inocentes que murieron sin haber recibido las
aguas del bautismo".
Dentro del esoterismo Gnóstico tales aguas son de tipo genesiaco y
constituyen el ENS SEMINIS. (La entidad del semen como dijera Paracelso).
El Bautismo sacramental de los diversos cultos religiosos simboliza la
SEXO‑YOGA, el Maithuna, la Magia Sexual. En la Médula y en el Semen se
encuentra la clave de la salvación y todo lo que no sea por allí, por este
camino, es ciertamente una pérdida inútil de tiempo.
Niños inocentes son aquellos santos que no trabajaron con las aguas
espermáticas del primer instante. Gentes virtuosas que creyeron posible la AUTO‑REALIZACIÓN
INTIMA DEL SER, sin cumplir con el compromiso del sacramento del bautismo;
desconocieron la MAGIA‑SEXUAL o la rechazaron enfáticamente.
Sólo Mercurio, el Jefe y evocador de las almas, tomando el Caduceo de
la Sabiduría en su diestra, puede evocar de nuevo a la vida a las infelices
criaturas inocentes precipitadas en el ORCO.
Sólo él, el archimago y hierofante puede hacerlas renacer en ambientes
propicios, para el trabajo fecundo y creador en la "Forja de los
Cíclopes".
Así es como Mercurio, el Nuncio y el Lobo del Sol hace ingresar a las
almas del LIMBO en las milicias celestes...
PURGATORIO
Definamos el Purgatorio así: Región molecular inferior; zona de tipo
Sub‑Lunar; Astral sumergido (KAMA‑LOKA secundario).
En el mundo Purgatorial debemos freír las semillas del mal; aniquilar
larvas infra‑humanas de todo tipo; purgarnos de toda corrupción; purificarnos
radicalmente.
El Dante Allighieri hablando sobre el purgatorio dice:
"Nos aproximamos hasta llegar al sitio que antes me había
parecido ser una rotora, semejante a la brecha que divide un muro; y vi una
puerta, a la cual se subía por tres gradas
de diferentes colores, y un portero que aún no había proferido ninguna
palabra".
"Y como yo abriese cada vez más los ojos, le vi sentado sobre la
grada superior, con tan luminoso rostro, que no podía fijar en él la vista.
Tenía en la mano una espada desnuda, que reflejaba sus rayos hacia nosotros de
tal modo, que en vano intenté fijar en ella mis miradas".
"Decidme desde ahí: ¿Qué queréis? ‑empezó a decir ‑ ¿Dónde está
el que os acompaña? Cuidad que vuestra llegada no sea funesta".
"Una dama del cielo, enterada de estas cosas ‑le respondió mi
Maestro ‑, nos ha dicho hace poco: "Id allí; aquella es la puerta".
"Ella guía felizmente vuestros pasos ‑replicó el cortés portero‑
llegad, pues y subid nuestras gradas".
"Nos adelantamos; el primer escalón era de mármol blanco, tan
bruñido, sólido y tenso, que me reflejé en él tal como soy; el segundo, más
oscuro que el color turquí, era de una piedra calcinada y áspera, resquebrajada
a lo largo y de través; el tercero, que gravita sobre los demás, me parecía de
un pórfido tan rojo como la sangre que brota de las venas. Sobre este último
tenía ambas plantas el Ángel de Dios, el cual estaba sentado en el umbral, que
me pareció formado de diamante. Mi guía me condujo de buen grado por los tres
escalones, diciendo: pide humildemente que se abra la cerradura".
"Me postré devotamente a los pies santos; le pedí por
misericordia que abriese, pero antes me di tres golpes en el pecho. Con la
punta de su espada me trazó siete veces en la frente la letra "P", y
dijo: Procura lavar estas manchas cuando estés dentro".
"En seguida sacó de debajo de sus vestiduras, que eran del color
de la ceniza o de la tierra seca, dos llaves, una de las cuales era de oro y la
otra de plata; primero con la blanca y luego con la amarilla, hizo en la puerta
lo que yo deseaba".
"Cuando una de las llaves falsea, y no gira con regularidad por
la cerradura ‑nos dijo‑, esta entrada no se abre. Una de ellas es más preciosa;
pero la otra requiere más arte e inteligencia antes de abrir, porque es la que
mueve el resorte".
"Pedro me las dio, previniéndome que más bien me equivocara en
abrir la puerta, que en tenerla cerrada, siempre que los pecadores se
prosternen a mis pies".
"Después empujó la puerta hacia el sagrado recinto, diciendo:
Entrad; más debo advertiros que quien mira hacia atrás vuelve a salir".
"Entonces giraron en sus quicios los espigones de la sacra
puerta, que son de metal, macizos y sonoros; y no produjo tanto fragor, ni se
mostró tan resistente la de la roca Tarpeya, cuando fue arrojado de ésta el
buen Metelo, por lo cual quedó vacía. Yo me volví atento al primer ruido, y me
pareció oír voces que cantaban al son de dulces acordes: "TE DEUM
LAUDAMOS".
"Tal impresión hizo en mí aquello que oía, como la que
ordinariamente se recibe cuando se oye el canto acompañado del órgano, que tan
pronto se reperciben como dejan de percibirse las palabras".
(Véase la divina Comedia del Dante).
LA MADRE DIVINA
María o mejor dijera RAM‑IO, es la misma ISIS, JUNO, DEMETER, CERES,
MAIA, La Divina Madre Cósmica, el poder serpentino que subyace en el fondo
viviente de toda materia orgánica e inorgánica.
MARIA MAGDALENA
La Bella Mágdala es, fuera de toda duda, la misma Salambo, Mara,
Ishtar, Astarté, Afrodita y Venus.
El aura solar de la Mágdala arrepentida, está constituida por todas
las esposas sacerdotisas del mundo.
Bienaventurados los hombres que encuentren refugio en esa aura, porque
de ellos será el reino de los cielos.
C R I S T O
Entre los Persas, CRISTO es ORMUS, AHURA‑MAZDA, la antítesis de
AHRIMAN. (SATÁN).
En la tierra sagrada de los Vedas, CRISTO es VISHNU, el segundo LOGOS,
sublime emanación de BRAHAMA, el primer LOGOS.
EL JESÚS Indostánico es el Avatara KRISHNA. El Evangelio de este
Maestro es similar al del Divino Rabí de Galilea.
Entre los Chinos antiguos FU‑HI es el Cristo Cósmico, quien compusiera
el famoso I‑KING libro de las leyes y nombrara para bien de la humanidad
ministros Dragones.
En el país asoleado de KEM, en la tierra de los Faraones, Cristo era
de hecho OSIRIS y quien lo encarnaba
pasaba por tal motivo a ser un OSIRIFICADO.
QUETZALCOATL es el CRISTO MEXICANO que ahora mora en la lejana Tule,
el Dios Blanco.
INMACULADAS CONCEPCIONES
Es urgente comprender lo que son
realmente las inmaculadas concepciones. Estas abundan en todos los cultos
antiguos, FU‑HI, QUETZALCOALT, BUDDHA y muchos otros son el resultado de
inmaculadas concepciones.
El fuego sagrado hace fecundas a las
aguas de la vida para que nazca el Maestro en nosotros.
Todo ángel es ciertamente hijo de la
Divina Madre Kundalini; ella es realmente virgen antes del parto, en el parto y
después del parto.
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